Hace tiempo que tengo esta entrada del blog a medio escribir. ¡Hay tanto que contar! Y es que no sé muy bien cómo empezar.
Mostraré sólo las imágenes tomadas con mi cámara analógica (Centon df-300, película Fuji 400H y Ektar 100, revelado y escaneado ‘Carmencita Film Lab’, pues aunque tamibén llevé mi cámara reflex digital esas tomas aun siguen abandonadas en alguna carpeta de mi disco duro.
En los últimos tiempos Cuba está viviendo un cambio histórico. Fidel Castro fallecía el pasado 25 de noviembre de 2016. Cuando nosotros nos planteamos viajar a Cuba (mayo 2016) teníamos claro que debía ser antes de que esto ocurriera. Puede que apenas cambien las cosas pero queríamos conocer Cuba en su estado puro, con el régimen, saber cómo vive allí sus gentes...porque pese a todo ese es el verdadero alma de Cuba, aunque los cambios se empezaron a forjar hace un tiempo con el cambio de poder a Raúl, creo que todo será más evidente a partir de ahora.
Cuba me recuerda a una cápsula en el tiempo. Como si se hubiera congelado todo en el año 1945 pero con el natural desgaste que los años provoca en los coches, en las casas, y por qué no decirlo en las gentes.
El primer contacto con Cuba, recién pisamos suelo en el aeropuerto José Martí, fue un fuerte olor a gasolina. Los taxistas se agolpaban en la zona de salidas intentando conseguir clientes, las colas en las oficinas de cambio eran desbordantes, pues lo cierto es que el ritmo cubano es otro, le pese a quien le pese y ellos van a otro ritmo. Si estáis a punto de viajar a la isla no desesperéis. Por cierto, un consejo: Nosotros nos enteramos después que dentro del mismo aeropuerto (no sé si en la planta de arriba) hay otra oficina de cambio, casi vacía, pues los turistas, como nosotros, desconocen su existencia y siempre acaban en las colas de las oficinas en la zona de taxis, en el exterior.
Cogemos un taxi que nos lleva directamente a la Casa de Marina y Mae, donde nos esperan con los brazos abiertos, literalmente. Al salir del taxi lo primero que me llama la atención es ver a un grupo de chavales y niños jugando al fútbol en la calle, ¡descalzos! como si fuera lo más natural del mundo.
Nosotros decidimos alojarnos en casas particulares porque nos parecía la mejor manera de tratar y conocer a sus gentes, de conocer la esencia y el espíritu de Cuba y a parte porque el coste es bastante inferior a lo que te cobrarían en un hotel. La Casa de Marina y Mae, donde nos alojamos en la Habana antes de partir a Viñales es acogedora, con un patio interior que es el corazón de la casa, donde todo gira alrededor de él.
¿Qué decir de ellas? Podría contar muchas cosas y anécdotas, pero sin duda destacaré el cariño que nos transmitieron, haciéndonos sentir como en casa. Tan sólo diré que nuestro viaje acabó en el mismo punto en el que empezó: llegamos a la casa de Marina y Mae y después de dos semanas salimos del mismo lugar, pero despidiéndonos con la mano desde el asiento de atrás de un taxi con lágrimas resbalando por nuestras mejillas. Sorprendidos y avergonzados, incrédulos de que estuviéramos llorando por despedirnos de unas personas que tan sólo conocíamos de unos días pero que nos habían trasmitido muchísimo y nos habían hecho cogerlas un cariño tremendo.
Las casas en las que nos alojamos en Cuba, y fueron cuatro, eran modestas pero estaban limpias y ofrecían intimidad, disponiendo de baño privado dentro de la habitación y aire acondicionado. Obviamente no esperéis grandes lujos, pues dentro de los recursos de los que dispone la gente lo decora lo mejor que puede, pero para nosotros estaba más que aceptable.
También en muchas de las casas tenías la posibilidad de, además del desayuno, concertar con el propietario servicio de comido y/o cena, por un módico precio, pero una manera muy interesante de conocer la comida cubana.
Una de las zonas que más me gustó de Cuba, teniendo en cuenta que sólo visitamos la mitad norte, fue la zona de Viñales.
Idílicos paisajes rurales donde puedes ver un estilo de vida que ya hace muchos años dejó de existir en España. No por que sean agricultores y ganaderos, que en la zona donde yo vivo (norte de España) de eso sabemos mucho, pero lo que me llamó la atención fue sobre todo la manera tan rudimentaria de desarrollar esas actividades. Arados tirados por bueyes, por cierto bastante famélicos, agricultores con gorros de paja típicos, casitas diminutas que parecían más un caseto de apeo que una vivienda en si, con su silla mecedora, de la que me declaro muy muy fan, para pasar esas tardes calurosas a la sombra de su pequeño porche.
No sé, todo tenía un ambiente especial. Me hubiera gustado pasar más tiempo allí, sin más despertador que los gallos, bastante molestos por cierto, pues se ve que las 3 de la mañana es buena hora para empezar una sonata, y como las casas muchas de ellas no tienen ni cristales...pues...es conveniente contar con unos buenos tapones para los oídos jejej.
Hicimos una ruta a caballo y ¡cuán feliz era yo por creerme una exploradora, nosotros dos y nuestro guía! pero...pronto se me acabo la alegría, pues en la primera parada que hicimos nuestro guía se unió a otra excursión de otros turistas y ya así proseguimos toooodo la mañana en plan guirilandia. Aun así una actividad muy muy recomendable.
Perdonad las fotos desenfocadas, pero es que no es fácil hacerlo en una cámara analógica totalmente manual, sin autofocus y encima montada a caballo. jejeje
Visitamos el cayo Jutia. Hicimos el desplazamiento en taxi desde viñales.
Nuestra taxista era la única mujer taxista de la zona de Viñales. Nos habló de las ocasionales dificultades que eso conlleva, y de lo que cuesta adquirir un automóvil. Increíble el dineral que es teniendo en cuenta que hablamos de un choche de mas de 30 años y su estado. Pero los recursos son limitados y ellos han aprendido a adaptarse a esas circustancias. Y si ya no hay una pieza para repararlos...¡pues se la inventan!
Si vais a los cayos...no olvidéis vuestra crema de alta protección solar y si podéis una sombrilla y gorra. La incidencia de los rayos solares es increíble y casi no hay nada que haga sombra.
Mi achicharramiento fue importante.
Cerca de Trinidad también hicimos algo de senderismo. Todo para poder disfrutar de un baño en este lago pero...el precio a pagar fue alto. No volvería a hacerme esa caminata más, pues cuando llegamos teníamos ya muy poco tiempo para hacer la vuelta de regreso a donde nos había dejado el taxista. A ellos muchas veces les conviene esperarte en vez de irse y volver a por ti, porque así hacen menos gasto de combustible, pero si lo hacéis así recomiendo no dejar que os pongan una hora ellos, pues luego estás condicionado por sus tiempos y no por los tuyos.
Soy tan pálida que en las fotos salgo sobreexpuesta jajaja
Exploramos los alrededores de Trinidad alquilando una moto. Y fue una idea estupenda.
Tan pronto hace un sol y un calor de espanto como se prepara una buena tormenta. Y lo mismo que viene se va. Cosas del trópico ;)
¡Mi dulce Karina! Qué bueno fue conocerla y pasar esos ratos en la terraza, comiendo helado, bailando, enseñándola a sacar fotos y sobre todo escuchando recitar poemas que aprendía en la escuela.
Recuerdo lo primero que me soltó cuando llegamos a su casa, así como sin venir a cuento: "Raúl y Fidel son hermanos, pero no puede dejarse ver porque vienen los malos". - ¡¿Ah sí?! ¿Y quiénes son los malos Karina? - Los italianos y españoles... - Jo, pues yo soy española y no soy mala. - Noooo! pero otros que vienen de muuuuyyy lejos - respondió ella.
Es para comérsela. ¡Y solo tenía 4 años! Os quedaríais sin palabras si la vierais hablar.
Y esto ha sido todo. Supongo que las fotos de la cámara digital seguirán esperando a que algún día pueda sacer un rato para editarlas.
Besos y abrazos a según quién corresponda :)